Ficha técnica

VEGETACIÓN:

PN.PRESENTACIÓN15La Sierra de Hornachuelos es la zona con mayor nivel de conservación en lo referente a la vegetación de toda la provincia de Córdoba. Se caracteriza por ser durilignosa, adaptada a fuertes cambios climáticos a lo largo del año, especialmente entre Verano e Invierno, cuyo exponente principal es el dominio de la encina ( Quercus rotundifolia).

La vegetación presente se distribuye entre distintas alianzas:

La primera crece en lugares donde el clima es subhúmedo y está constituida por un vuelo arbóreo formado por encina (Quercus rotundifolia), alcornoque (Quercus suber), acompañados en los lugares más húmedos por el quejigo ( Quercus faginea). Como especies representativas se encuentran la rosa albardera (Paeonia broteroi), lentisco (Pistacia lentiscus), arrayán (Myrtus conmunis) y piruétano (Pyrus bourgueana).

La segunda alianza se da cita en lugares más cercanos a la vega del Guadalquivir, de carácter más termófilo, donde el estrato arbóreo se ve enriquecido con el acebuche (Oleo europa varsylvestris). Las especies indicadoras son la rubia silvestre (Rubia peregrina), dragontea menor (Arisarum vulgare) , zarzaparrilla ( Smilax aspera) y alcandórea ( Vinca difformis) .

En los lugares donde la actividad humana se ha dejado sentir (talas, pastoreo, etc.) esta última alianza es sustituida por una vegetación fruticosa esclerófila o de monte bajo mediterráneo, cuyas especies características forman generalmente el estrato arbustivo del bosque mediterráneo, con especies como el algarrobo ( Ceratonia siliqua) , palmito ( Chamaerops humilis) , torvisco (Dagne gnidium) , arrayán ( Myrtus communis) , lentisco ( Pistacia lentiscus) , cornicabra ( Pistacia terebinthus) , coscoja (Quercus coccifera), retama loca (Osyris alba), madroño (Arbutus unedo), durillo (Viburnum tinus), brezo (Erica spp.), jaguarzo y jara( Cistus spp.).

La degradación muy avanzada del bosque mediterráneo sobre suelos silíceos, da lugar a la alianza caracterizada por formaciones densas de jaras con aulagas y brezos, que al aumentar la humedad se acompañan de cantueso (Lavandula stoechas) y Genista spp.

En las riberas de los numerosos arroyos y ríos se establecen dos tipos de vegetación,dependiendo esencialmente de la humedad edáfica. En los lugares donde es baja y escasea el agua en verano se desarrolla la alianza «Securinegion tinctoriae», cuyas especies características son: tamujo (Secúrinega tinctoriae), piruétanos (Pyrus bóurgueana), zarza (Rubus ulmifolius), rapónchigo (Campánula rapunculus), que en lugares más frescos pueden ir acompañados de fresnos ( Fraxinus spp. ) y sauces ( Salix spp , o de adelfas ( Nerium oleander)  y palmitos (Chamaerops humilis)en sitios más calurosos.

Si realizáramos un acercamiento más descriptivo diríamos que la vegetación natural del Parque está dominada por el bosque esclerófilo mediterráneo de la encina y el alcornoque. En vaguadas y umbrías, así como en laderas expuestas al norte, este bosque se diversifica con la presencia del quejigo. Los bosques se asientan sobre dos pisos bioclimáticos de influencia mediterránea: termomediterráneo y mesomediterráneo, con mucho mayor peso del segundo. El piso termomediterráneo únicamente está colonizado por la serie de los alcornocales silicícolas asentados sobre zonas ácidas y en zonas bajas, y térmicas, afectando a una estrecha franja al sur del Parque, a ambos lados de la carretera de San Calixto, hasta aproximadamente el kilómetro quince.

En el dominio del bosque esclerófilo predominan los encinares mesomediterráneos silicícolas.

El uso generalizado de estos encinares ha sido el adehesamiento con aclareo de árboles y eliminación de arbustos. Sin embargo se localizan algunas manchas dispersas en cumbres y laderas relativamente cercanas a su etapa madura. Tal es el caso de la cuenca del río Cabrilla, el Cerro del Trigo, el Pico de Cabeza Redonda, las laderas del embalse del Bembézar, el valle del arroyo Pajarón y Cumbres de las Escobas.

Los alcornocales mesomediterráneos silicíc están igualmente adehesados en mayor o menor proporción, localizándose solamente algunas manchas prácticamente puras y relativamente bien conservadas: el Pico del Castaño, la Casa de la Peña, los valles de los ríos Guadiato y Guadiatillo, las zonas más soleadas del río Bembézar, algunas laderas del Pico del Manzorro y del Pico Don Rodrigo y las proximidades de Santa María de los Angeles.

  El dominio potencial del bosque caducifolio está protagonizado por la serie de los quejigares, encontrándose de forma dispersa en las áreas más húmedas y sombrías en valles, riberas y barrancos. Entre las formaciones de quejigares mejor conservados cabe destacar: La Loma de los Jarales, la Loma del Acebuchar, los barrancos de la ladera norte del embalse del Bembézar, las vaguadas del Guadiato y el Guadiatillo y los valles del los ríos Guadalora y Guadalvacarejo.

La vegetación riparia asociada a la red hidrográfica del Parque muestra una importante variedad y zonas de alto interés, pudiendo encontrarse en un mismo cauce distintas series de vegetación.

Existen buenos ejemplos de bosques de galería, destacando un tramo del arroyo Guadalora con zonas de auténticas ramblas de tamujos y adelfas, hasta zonas con fresnedas, saucedas y buenos ejemplares de almeces mezclados con quejigos.

La actividad humana se deja sentir en la práctica totalidad del Parque, existiendo zonas donde  la intensidad de la misma ha ocasionado la desaparición de la vegetación autóctona y su sustitución, por cultivos o especies forestales introducidas.

Las repoblaciones con especies de pino negral (Pinus pinaster) cobran cierta entidad en los montes gestionados por la administración, en algunas áreas del noroeste del Parque. Tal es el caso del Pedrejón donde los encinares mesomediterráneos han sido sustituidos y aterrazado el terreno para la implantación de pinos. También en el caso de las repoblaciones de pino negral que se encuentran a la izquierda de la carretera que une Posadas con Villaviciosa de Córdoba, entre el Km. 137 y 135, y las existentes en las Mesas, al norte del embalse del Bembézar: en estos dos casos, aún quedan vestigios del sotobosque de encinar pero muy alterado con una alta presencia de matorral de degradación.

El Parque Natural de la Sierra de Hornachuelos no solo tiene interés por la abundancia y variedad de especies vegetales que en él se encuentran, sino también por la existencia de especies de distribución reducida.

Existen en el Parque 99 endemismos con distintas áreas de delimitación, aunque ninguno de ellos es local.

Esta vegetación en tan buen estado de conservación se ha podido perpetuar hasta nuestros días gracias al uso que se le ha dado a la zona principalmente cinegético y ganadero.

FAUNA

PN.PRESENTACIÓN3El alto grado de conservación de la cobertura vegetal ha permitido que la comunidad de vertebrados existente en la Sierra de Hornachuelos mantenga un buen estado estructural, como indica la gran densidad de depredadores, la más alta de toda la provincia. Los estudios publicados hasta ahora nos reflejan un total de 326 especies de animales, constituida por 192 invertebrados, 9 peces, 11 anfibios, 19 reptiles, 165 aves y 30 mamíferos.

En la fauna ictiológica  nos encontramos las especies autóctonas más representativas, que se pueden localizar en la zona, barbo (Barbus sclateri) y boga (Chondrostomes polylepis willkommi).  y la introducción de varias especies alóctonas, entre ellas la carpa (Cyprinus carpio) y black-bass (Micropterus salmoides). 

La herpetofauna es también abundante, tanto en los cursos de los arroyos y ríos, con especies como la rana común (Rana perezi), tritón jaspeado (Triturus marmoratus), salamandra (Salamandra salamandra), sapo partero ibérico (Alytes cisternasii), sapo corredor (Bufo calamita), sapo común (Bufo bufo), culebra de agua o viperina (Natrix maura), de collar (Natrix natrix), etc.

Este grupo también está bien representado en el resto de los biotopos cuyas especies más representativas son el lagarto ocelado (Lacerta lépida), lagartija colilarga (Psammdromus algirus), cenicienta (Pasmmodromus hispanicus), salamanquesa común (Tarentola mauritánica), eslizón (Chalcides spp), culebra bastarda (Malpolón monspessulanus), de escalera (Elaphe scalaris), culebra de herradura ( Coluber hippocrepis); víbora hocicuda (Vipera latasti), etc. pero quizás la especie más interesante sea la salamanquesa rosada o costera (Hemidactylus turcicus).

Las aves son el grupo de vertebrados que mayor número de especies presentan en la zona, estando ocupando todos los nichos posibles. Así son abundantes los herrerillos y carboneros (Parus spp.), trepador azul (Sitta europaea), currucas (Silvia spp), carpinteros (Picidae), golondrinas (Hirundo spp), aviones (Hirundo rupestris y Oelichon úrbica), vencejos (Apus spp), mos- quiteros (Phylloscopus spp), abejaruco (Merops apiaster), martín pescador (Alcedo atthis), abubilla (Upupa epops), etc. El mirlo acuático (Cinclus cinclus), se puede localizar en época de reproducción en los cursos de los arroyos y ríos. Esta sierra es hasta ahora el único punto de reproducción localizado en la provincia de Córdoba para esta especie.

La comunidad, de rapaces, al ser el último eslabón trófico de la cadena o red alimenticia, nos puede indicar el grado de alteración de un ecosistema. Tanto las especies diurnas como nocturnas están todas presentes en alta densidad, la mayor de toda la provincia, pero unas pocas destacan por su rareza, como:

Buitre negro (Aegypius monachus) del que existe una colonia formada por unas 50 parejas, que es considerada como la segunda en importancia de Andalucía.

Buitre leonado (Gyps fulvus), que al contrario a la anterior es gregaria y se reproduce en varias colonias, aproximadamente 100 parejas. Su población se incrementa considerablemente durante el período de monterías al recibir individuos de provincias limítrofes, acercándose en ocasiones a los 1.000 ejemplares.

Las dos águilas, real (Aquila chrysaetos) y perdicera (Hieraetus fasciatus), tienen una alta densidad y ante la escasez de cortados, las primeras, construyen sus nidos sobre grandes árboles. El águila imperial (Aquila adalberti) localiza en este territorio al menos dos parejas reproductoras. Otra ave, en este caso perteneciente al grupo de las cigüeñas, la negra ( Ciconia nigra), mantiene una pareja en esta comarca.

Entre los mamíferos, el lobo (Canis lupus), se halla presente mediante algún individuo que otro. Las últimas observaciones datan de 1979, 1983 y 1985. Su contacto con el último núcleo de Andalucía es posible aunque difícil debido a la gran proliferación de cercas, y urbanizaciones cerca de la metrópolis de Córdoba. El lince (Linx pardina) en escasa densidad controla selectivamente a los fitófagos de esta sierra.

El resto de mamíferos depredadores como el meloncillo (Herpestes ichneumon), endemismo ibérico, gineta (genetta genetta), tejón (Meles meles), garduña (Martes foina), gato montés (Felis sylvestris), zorro (Vulpes vulpes), comadreja (Mustela nivalis), turón (Putorius putorius), y nutria (Lutra lutra), también seleccionan a las abundantes ratas, topos, topillos, ratones, etc.

La especie cinegética por excelencia, el ciervo ( Cervus elaphus) adquiere en ocasiones densidades preocupantes, al igual que el jabalí (Sus scrofa). Otras especies cinegéticas más o menos abundantes son el conejo ( Orictolagus cunículus), perdiz (Alectoris ruta), y paloma torcaz (Columba palumbus).

Los invertebrados están siendo catalogados en la actualidad. Las comunidades de insectos acuáticos, de los ríos y arroyos nos muestran la calidad y pureza de sus aguas.

Las comunidades faunísticas presentes en el Parque tienen una importante diversidad y  representación poblacional, entre ellas destacan las asociadas al bosque mediterráneo, a las  riberas, embalses y roquedos. Pero, a pesar de su importancia, es probablemente más significativa la presencia de poblaciones de especies amenazadas y sensibles. Las actuales poblaciones de Aguila Real y Perdicera pueden considerarse de una densidad media-alta, son muy frecuentes las observaciones de Ratoneros Comunes y Azores.

Según la distribución de especies amenazadas, así como de rapaces medianas y pequeñas, se pueden distinguir varias zonas importantes:

  1. Mesas altas: Desde el cauce del Guadiato hasta la carretera de Villaviciosa. Esta zona alberga una alta densidad de fauna entre la que destáca el Lince y las Aguilas Real y Perdicera. El límite actual de la distribución de estas especies llega más al sur y al este que los límites del Parque. 
  2. Sierra de Hornachuelos: Desde el embalse del Bembézar al embalse del Retortillo. Este área es probablemente de lo mejor conservado del Parque Natural. En ella crían Cigüeña Negra, Buitre Negro, Buitre Leonado, Águila Real, Águila Perdicera y es además una zona habitada por el Lince Ibérico.
  3. Sierra Alta: Desde el Cabril al Retortillo. Area de cría del Aguila Real, Imperial, Perdicera y Buitre Leonado. Existe también una población de Lince.

Las condiciones generales del medio, favorecidas por los usos actuales del Parque, permitirían pensar en una mayor capacidad de sustentación del territorio para determinados tipos de especies. Las poblaciones de conejos y perdices o la cantidad de restos de reses (ganadería y caza mayor) debería ser suficiente para permitir una distribución más continua del Lince, la reproducción de Aguila Imperial o el incremento de población de Buitre Negro. Los factores que pueden estar causando la infrarepresentación de estas especies están relacionados con la acción del hombre, ya que las tres especies citadas comparten una alta sensibilidad a formas directas o indirectas de agresión humana.

GEOLOGÍA, GEOMORFOLOGÍA Y TOPOGRAFÍA.

PN.PRESENTACIÓN12Al norte del accidente tectónico de la denominada falla del Guadalquivir se extiende el sector septentrional de la provincia de Córdoba conocido con el nombre de Sierra Morena, topónimo que hace referencia al color oscuro de los materiales y suelos que sobre ella se desarrollan, en contraposición a los colores claros y vivos de la Campiña.

Dentro de la Sierra Morena cordobesa, Hornachuelos se enclava en el sector metamórfico de la sierra de los Santos.

Se trata de un territorio quebrado, de topografía accidentada cuyos materiales litológicos son  pizarras micáceas, gneis, micacitas, etc. estando el conjunto fuertemente plegado y tectonizado y atravesado por frecuentes asomos hipogénicos.

En buena parte de ella, afloran los materiales de edad cámbrica y precámbrica, antiguos, silíceos, pizarrosos por lo general, que sirven como partida de los suelos, normalmente muy poco profundos, arenosos y pobres de nutrientes.

La geomorfología que le corresponde a este sector, es la correspondiente a una antigua penillanura, en la que los cursos fluviales se han encajado profundamente como consecuencia de descensos de su nivel base, dando lugar a un relieve policíclico que en algunas zonas se acusa claramente.

Con posterioridad al Mioceno no han vuelto a producirse cambios, por esta causa, los afluentes del Guadalquivir por la derecha y en este caso el río Bembézar, han alcanzado el perfil de equilibrio, circunstancia altamente favorable para su embalse antes de la salida al valle.

La naturaleza silícea de los materiales geológicos que constituyen este sector, junto a su fisiografía accidentada como consecuencia del modelado que realiza la red fluvial, y el relieve tipo apalachense de sus alineaciones montañosas con rumbos hercínicos del NW-SE constituyen los factores de mayor importancia que caracteriza a la geomorfología de la zona.

Hornachuelos presenta una relativa homogeneidad litológica, estructural y morfológica, que se resuelve en un paisaje alomado de moderada altitud, que desciende progresivamente hacia el sureste en una sucesión de suaves pendientes rotas abruptamente por los profundos valles abiertos por la red hidrográfica, responsable del aspecto montañoso de este sector de Sierra Morena.

La altimetría de este espacio natural oscila entre los 250 m. y los 725 m.. Puntualmente el río Bembézar discurre por la curva de nivel de 100 m.

En términos generales, no aparecen en este espacio escalones pronunciados, y la amplitud altitudinal entre el punto más elevado y el más encajado apenas rebasa los 500 m.

CLIMA

PN.PRESENTACIÓN9El clima está determinado por varios factores, algunos de carácter dinámico, comunes a la Cuenca Baja del Guadalquivir y otros, factores locales, singularizan a esta comarca e incluso a sectores distintos dentro de ella.

La configuración altitudinal de la Sierra, que se eleva progresivamente de SE a NW, provoca el gradual incremento de las precipitaciones al aumentar la altura, paralelamente a la continentalización de las temperaturas. Sin embargo, la configuración topográfica distorsiona notablemente este esquema, al actuar modificando la frecuencia y la intensidad horaria de las precipitaciones.

Los máximos pluviométricos se concentran en los meses de Diciembre, Enero y Febrero. El verano se caracteriza por una acentuada sequía, que en los meses de Julio y Agosto es prácticamente total (inferior a 11 mm.). A esta irregularidad del año pluviométrico hay que añadir la gran irregularidad interanual, que hace frecuente la aparición de prolongadas sequías.

Las temperaturas presentan una distribución estacional propia del ámbito regional en el que se ubica la Sierra, siendo el verano, con Julio y Agosto como meses más cálidos y el invierno, que alcanza en Diciembre, Enero y Febrero los registros más bajos, las estaciones mejor definidas. El análisis de las temperaturas medias de las máximas alcanzadas, indica la presencia de una gran oscilación térmica diurna. La posibilidad de heladas es de siete a ocho meses (Octubre -Abril, Mayo) dependiendo del criterio utilizado. En resumen, las moderadas altitudes introducen pocas variantes en los regímenes térmicos en verano respecto a la depresión del Guadalquivir, pero son responsables del descenso de las temperaturas invernales, aumentando el peligro de heladas y reduciendo el periodo vegetativo. El diferente comportamiento de las temperaturas y las precipitaciones en función de la altitud, tiene, junto a la localización de los distintos tipos de suelos, una gran influencia en la distribución de la vegetación y de los usos del suelo.

En base a los datos disponibles (suministrados por cinco estaciones termopluviométricas: Hornachuelos, Posadas, Villaviciosa, Almodóvar y Navas de la Concepción) y atendiendo a los criterios de Thornthwaite, Dantin, Cereceda y Koppen, el clima de este Espacio Natural puede ser clasificado como Templado cálido (Mesotérmico), con sequía en verano y reparto de lluvias durante el otoño, invierno y primavera. Quienes mejor definen los balances de Precipitación-Evapotranspiración son los índices de aridez y en especial el propuesto por Thornthwaite que hace resaltar el carácter húmedo de la zona, que se ve reflejado en el estado de la vegetación que aquí se desarrolla. Aplicando diversos índices fitoclimáticos, el área queda enmarcada dentro de la fitoclima oceánica, con algunos rasgos continentales según su higrocontinentalidad. Al considerar los datos termopluviométricos la zona se localiza entre los pisos mediterráneos semiárido y templado.

HIDROLOGíA

PN.PRESENTACIÓN5El drenaje de este amplio Espacio Natural depende, en gran medida, de la red hidrográfica del Bembézar, río que desde su nacimiento en Dehesa Vieja (Badajoz) penetra en la provincia de Córdoba para desembocar en el Guadalquivir, tras haber recorrido 87 Km. (longitud lineal aproximada). Su perfil longitudinal queda comprendido entre los 100 y los 250 m. escasa pendiente que ha hecho posible el embalsamiento de este tramo, a pesar de su reducida anchura. La red de drenaje divide a la Sierra de Hornachuelos en dos sectores, delimitados por el curso del Bembézar, aguas abajo del embalse. En el sector occidental la red fluvial formada por la cuenca del Retortillo-Bembézar. En el sector oriental, el sistema fluvial, perteneciente a la subcuenca del Nevalo (afluente del Bembézar) y la cuenca del Guadiato.

Las tres cuencas en las que se divide el Parque (la del Guadiato, que recorre el sector oriental, la del Bembézar, el central, y la del Retortillo, que marca el límite occidental del Parque), presentan desde el punto hidrológico, características comunes, al tratarse de ríos que nacen en Sierra Morena y desembocan en el Guadalquivir después de un corto trayecto que les obliga a salvar, en pocos kilómetros, desniveles que oscilan entre 600 y 400 m., lo que confiere gran velocidad a sus aguas y un fuerte poder erosivo. El régimen hídrico de estos cursos (pluvial) es el propio de la región mediterránea de montaña en la que se localizan, marcado por fuertes oscilaciones de caudal interanuales, consecuencia de la irregularidad de las precipitaciones y de un régimen anual con un mínimo estival muy acentuado y un máximo invernal. Sin embargo, la existencia de los embalses del Retortillo, Bembézar y de la Breña, ha modificado el régimen natural de estos ríos, aguas abajo de las presas, y en ellos mismos. El principal, el Bembézar recibe agua de los ríos Benajarafe y Manzano y de numerosos arroyos que forman su tupida red de cabecera. Por el margen izquierdo, del Alamo, de las Cruces, Pajaroncillo, Névalo y de la Parrilla, y por el derecho, de la Baja, Guazulema y Rabilarga. Como afluentes importantes del Guadiato en el Parque cabe citar al arroyo Guadiatillo y Cabrilla. Otros arroyos importantes son el Guadalora, Guadazuheros y Guadalvacarejo.

SUELOS

PN.PRESENTACIÓN20A consecuencia del predominio de los procesos denudativos, los suelos de la Sierra de Hornachuelos se caracterizan por el reducido desarrollo de los horizontes edáficos, y la escasez de elementos fertilizantes y su marcada acidez, características que denotan una nula aptitud agrológica y, por el contrario, una vocación forestal y ganadera.

Esta pobreza en elementos nutritivos, su textura por lo general arenosa, con poca proporción de arcilla, y su escasa capacidad de intercambio catiónico  unido a la fisiografía quebrada de este sector, ha motivado que tradicionalmente estos suelos se destinen al encinar, alcornocal, monte bajo y pastizales y haya dado lugar al actual buen estado de conservación de la vegetación natural.

Pero la distribución de la vegetación y de los usos del suelo, aunque encuentra en la pobreza edafológica de la sierra su principal limitación, no depende exclusivamente de ella. Además, el clima es otro condicionante que explica sus características.

En un ámbito edáfico de gran pobreza, que no permite el uso intensivo de la tierra, y en un contexto climático de veranos tórridos y secos, con sequías habituales que no garantizan la disponibilidad de recursos herbáceos durante casi seis meses al año, el aprovechamiento del territorio se orientó tradicionalmente hacia la actividad ganadera extensiva, sin excluir otros aprovechamientos como son los cinegéticos, sobre el soporte del bosque mediterráneo, con una serie de estrategias, como la trashumancia o la utilización del ramón y la bellota, que han marcado notablemente el paisaje vegetal de la Sierra.

e alisedas, sauces, fresnos con lianas, espinos y zarzas. El sotoLa Sierra de Hornachuelos se localiza en la vertiente meridional de la Sierra Morena Occidental, que engarza con la Depresión del Guadalquivir en el extremo oeste de la provincia de Córdoba. Las características geográficas de la Sierra le dotan de una gran homogeneidad paisajística que, como en el resto de Sierra Morena, está definida por los rasgos físicos y por la continuidad casi secular de sus aprovechamientos, en consonancia con la forma en que el sistema productivo (estructura de la propiedad y tipos de explotación) se ha adaptado al medio y ha modelado su paisaje. Sin embargo, en la Sierra se distinguen sus paisajes que son el resultado de supervivencias históricas, de concreciones comarcales de naturaleza física o de particulares sistemas de aprovechamiento. El área, con una altitud media moderada (200- 600 m.), se enmarca en el frente abarrancado del escalón de la falla bética, en el que los cursos fluviales se encajan profundamente labrando hondas gargantas de paredes de fuertes pendientes y perfil en V, que se utilizan como cerradas para la ubicación de presas de embalse. La rigidez de estas pendientes y los agudos perfiles de los relieves confieren a esta faja un carácter de juventud que contrasta con el resto de la Sierra. El interés paisajístico derivado de la morfología de la zona se complementa con la presencia de una vegetación muy particular. El bosque esclerófilo mediterráneo aún mantiene en este espacio áreas  muy bien conservadas y con una abundante vegetación. Encinas, alcornoques y quejigos forman un bosque mixto y a veces semiadehesado, desarrollando un sotobosque de jaras, coscoja, lentisco, etc. , Por su parte, algunos cursos fluviales mantienen en condiciones su típica vegetación ribereña. Riberas y cabeceras de valles están cubiertas por el llamado «Bosque Galería», compuesto del río Guadalora, constituye un ejemplo antológico de esta comunidad vegetal hidrófila. El paisaje vegetal constituye en muchas partes un magnífico refugio para la fauna, que ha permitido la conservación de innumerables rapaces, incluidas el águila imperial y el buitre negro; con el privilegio de dar cabida a la única colonia de esta última especie presente en la provincia, y la segunda en importancia de Andalucía. Considerados todos los valores de este Espacio Natural, puede afirmarse que los paisajes más interesantes, desde un punto de vista natural, estético y turístico son: el entorno del Monasterio de Nuestra Señora de los Angeles, la zona de influencia de la Presa de Derivación del Bembézar, las laderas del Embalse del Bembézar, el río Guadalora y el Enclave Calizo sobre el que se asienta el núcleo urbano de Hornachuelos.

POBLACION

La población residente en el interior de este Espacio Natural es muy reducida, contabilizándose 344 habitantes en 1981 que se distribuyen en cortijos y casas de labor del área. Las principales entidades de población en el interior de este Espacio Natural son: Dehesa del Aguila (64 Habs), Aljabaras (79 Habs), El Alta (17 Habs), Navas de los Corchos (44 Habs), San Calixto (66 Habs), Cortijo de Cabeza Pedro (24 Habs) y Cortijo de Mesas Altas (35 Habs).

Él termino de Hornachuelos ha sufrido, durante esto últimos años, un descenso de población contando en 1995 con 5.011 habitantes, a pasar en este año a tener 4.746 Habitantes.

ELEMENTOS ARTIFICIALES

En lo referido a vías de comunicación artificiales, la zona no es una excepción en el contexto de la provincia de Córdoba donde debido a factores físicos, históricos y económicos no se ha desarrollado una red de carreteras que permita unas comunicaciones fluidas.

La espina dorsal de la infraestructura vial la constituyen la carretera comarcal 411, que cruza la carretera Nacional 432, a la altura de Ballesta con dirección Granada -Córdoba -Bádajoz. Desde Espiel continúa la C-411 y a la altura de Alcaracejos la cruza la C-420 con dirección Cardeña – Cabeza del Buey. Por el Sur la C-411 desemboca en la C-431 a la altura de Posadas, dirección Córdoba-Sevilla.

Junto a este eje principal de carreteras, que permiten el acceso a los visitantes a la zona, algunas carreteras locales agilizan las comunicaciones en el interior del área:

CV -41 Hornachuelos -San Calixto.

CV – 124 San Calixto -Navas de la Concepción.

CO -140 Palma del Río -Constantina.

Recientemente, se construyó por parte de la Diputación Provincial una carretera, que une San Calixto con la Cardenchosa (CV-308), que agiliza las comunicaciones de la parte norte. Como infraestructura viaria, también existen numerosas pistas, caminos particulares, etc.

La zona no cuenta con ninguna línea férrea, sólo la línea Madrid-Cádiz a 8 Kms. del municipio de Hornachuelos, y la del AVE de reciente construcción, se acercan al sur del espacio en cuestión.

Las infraestructuras hidráulicas son bien destacables (Breña, Bembézar y Retortillo de 103, 347’44 y 73’217 Hm cúbicos respectivamente.

Por último, esparcidos por toda la sierra existen caseríos y cortijadas, donde se alojan, generalmente, la guardería de los cotos de caza privados. Esto conlleva, la existencia de algunos tendidos eléctricos de alta tensión en las cercanías, que atraviesan parcialmente la sierra. Por otra parte, a pie de presa del Bembézar se inicia un tendido de alta tensión que se dirige hacia Posadas.

APROVECHAMIENTOS

La superficie forestal representa más del 77% del territorio de los municipios incluidos en el Parque y, aunque ésta se reparte de forma desigual, el paisaje vegetal es muy homogéneo y tan sólo la mayor o menor extensión de una de las especies características del bosque mediterráneo (encina y alcornoque) o la diferente importancia alcanzada por el matorral, diferencian unos espacios de otros. En el interior del territorio delimitado por el Parque, la superficie forestal representa casi el 95%.

La dehesa es la transformación del bosque autóctono, de encina o alcornoque, resultante de su aprovechamiento secular para la ganadería y la madera/leña. Pero esta transformación, no ha cambiado esencialmente la estructura del bosque mediterráneo en la sierra, ya que el aprovechamiento tradicional no ha supuesto su rotación para aprovechar el suelo con cultivos herbáceos más que en un pequeño porcentaje, sino que por el contrario, gran parte de las dehesas de la sierra de Hornachuelos aparecen hoy invadidas por el matorral, al haberse producido un declive de los aprovechamientos ganaderos.

El bosque de quercíneas es el paisaje dominante, que se repite por todo el territorio siguiendo una alineación que refleja la estructura geomorfológica de la sierra. El bosque de perennifolias, supone más de 35.000 Has. en el interior. En esta formación se incluyen tanto los espacios con vegetación en un estado cercano al climático (principalmente en las zonas más altas y de difícil acceso), como los territorios arbolados invadidos por el matorral pionero.

El matorral forma también grandes manchas, con presencia variable o inexistencia de arbolado, en las que se distinguen dos formaciones, una correspondiente a especies nobles y otra con presencia masiva de especies pioneras.

Las zonas actuales de matorral son, en general, producto de deforestaciones históricas y de la posterior recuperación de la vegetación primitiva o la colonización de especies  invasoras. Se localizan tanto en las zonas escarpadas de fuerte pendiente, como en los terrenos más suaves, donde el monte hueco no tenía un aprovechamiento ganadero relevante.

Se aprecian, a grandes rasgos, dos sectores forestales dentro del Parque, en función de la distribución de las especies dominantes en el bosque mediterráneo:

a.) El sector occidental, al oeste del curso del Bembézar, presenta un paisaje dominado por cubierta de matorral, que aparece en bandas, más o menos continuas de dirección NW-SE, entre las que se intercala el arbolado más o menos adehesado.

Las dehesas de encinas mejor conservadas se encuentran en el límite con Sevilla, en Sierra alta, y siguen, igualmente, una disposición longitudinal, de dirección NW-SE, aunque aparecen también siguiendo el curso del Bembézar, al sur del embalse.

Entre las sierras amatorraladas, el alcornocal con pastizal o con matorral ocupa el sector central de la Sierra de las Escobas en sus dos vertientes, intercalado de dehesas mixtas, de encinas y alcornoques, así como de olivar. Otros alcornocales se localizan en el borde sur del Parque, rodeando el Embalse del Retortillo.

b.) En el sector oriental, al este del Bembézar, domina la dehesa mixta de encina y alcornoque, recubierta generalmente de matorral con algunos enclaves de dehesa de encinas puras en el norte y sur y olivares organizados en manchas discontinuas, en el entorno del embalse de la Breña.

La producción de miel, basada en la explotación de la rica flora silvestre de la Sierra, es una actividad de cierto peso económico vinculada a los recursos naturales, junto con la extracción de corcho. Según el Censo Agrario, el número de colmenas existentes en Hornachuelos de 9.100, si bien, según otras fuentes, se contabilizan hasta 25.000 colmenas en este municipio

c.) Las fuentes fundamentales de empleo y de riqueza de los municipios con territorio incluido en el Parque proceden de los regadíos del Valle de Guadalquivir, salvo la actividad generada por los cotos de caza, si bien la absoluta mayoría de los propietarios y comercializadores de caza son ajenos a este ámbito.

El principal aprovechamiento de las propiedades que conforman este Espacio Natural es la caza. Sesenta y cinco cotos se ubican total o parcialmente dentro de los límites del espacio, compartiendo muchos de ellos una reputada fama a nivel nacional e internacional. Prácticamente las 67.202 Has. se encuentran acotadas (exceptuando los espacios infraestructurales, no aptos, para la práctica de tal actividad), no existiendo ninguna zona donde la caza puede ejercitarse libremente por cualquier persona (enclavados). Aunque la caza menor se practica en zonas puntuales,  es la mayor la que otorga verdadera importancia a este espacio, con una superficie media de 1.320 Has por cotos dedicados a estas modalidades; (total 44 cotos/58.112 Has).

Las idóneas características biogeográficas de la zona, la singular estructura de la propiedad y los efectos derivados de la crisis de los aprovechamientos agropecuarios (aparecida con toda claridad en 1965-75) explican la importancia actual de la caza en este Espacio Natural. El ciervo y el jabalí secundariamente, son la base de la actividad cinegética, siendo muy reducida la importancia de otras especies y modalidades.

Como ejemplo, del gran desarrollo de la actividad cinegética puede anotarse que durante la temporada 1990-91 se celebraron en el Parque Natural un total de 65 monterías, 7 ganchos, 7 batidas de jabalí en cotos de caza mayor y 7 batidas de jabalí por daños, en cotos de caza menor.

Considerando únicamente estas modalidades, el número de puestos autorizados fue de 3.738, habiéndose abatido un total de 2.664 ciervos, 735 jabalíes, 12 muflones y 6 gamos, lo que hace un total de 3.393 piezas de caza mayor.

MODALIDAD       PUEST   REHAL   CIER   JABAL   MUF   GAM

MONTERIAS   65       3159          879          2652        600         12         6

GANCHOS                        7            72              17          12         20

BATIDAS CM    7         290            77                            53

BATIDAS cm     7         217            26                            38

TOTAL            86       3738          999        – 2664        711         12         6 –

                                                                         3.393 ejemplares                

Si tenemos en cuenta todas las modalidades que se practican, podemos concluir que durante la temporada cinegética 1990-91, se extrajeron un total de 4.549 ciervos, 797 jabalíes, 16 muflones y 6 gamos, que hacen un total de 5.368 ejemplares de caza mayor.

SISTEMA DE CAZA     CIERVO       GAMO    MUFLON      JABALI

MontlGanch/Batid               2.664                 6                  12              735

Captura en vivo                      376                                        1

Caza selectiva                      1.474                                        3               62

Furtivos y otros                        64

TOTAL                             4.549                  6                   16             797

                                                                5.368 ejemplares                      

La actividad cinegética en el Parque, ha sufrido profundas alteraciones en los últimos años, pasando de ser una actividad recolectora, utilizada exclusivamente como elemento de prestigio social o complemento dentro de una dieta de subsistencia, a convertirse en una actividad, productiva, con capacidad de generar ingresos. Paralelamente, la caza, que tradicionalmente, ha ayudado a preservar los valores «culturales del Parque, al integrarse, con otros aprovechamientos, corre el riesgo de convertirse en un factor negativo para su conservación, por el extraordinario incremento de la presión ejercida sobre el medio que la soporta.

Actualmente, dentro del Parque conviven los modos de gestión y aprovechamiento tradicionales, con los derivados de la transformación de los cotos en verdaderas explotaciones económicas intensivas.

El manejo intensivo de poblaciones aisladas (ciervo) en semicautividad supone un paso decisivo en la explotación cinegética, ya que asegura el control de los animales y permite conseguir una producción mantenida (indispensable para la comercialización), aunque esto exige fuertes inversiones y una adecuada capacitación técnica, cuya carencia puede acarrear graves riesgos para el mantenimiento de otros aprovechamientos y para la conservación del patrimonio cinegético (pérdida de calidad genética) y natural del Parque.

La producción cinegética y su disponibilidad para ser comercializada en los mercados cinegéticos convencionales está en función del tipo de acotado y del uso al que está destinado. La situación del Parque puede ser resumida de la siguiente forma:

a) Todas las jornadas de caza producidas en cotos de caza menor (100 %) y una pequeña parte de mayor (6%), se destinan actualmente al autoconsumo.

b) Parte de la producción de caza mayor (40 %) corresponde a cotos de invitación, la caza es utilizada como elemento de representación social, no comercializada.

c) Solamente, alrededor de la mitad (54 %) de la producción de caza mayor del Parque, unas 1.950 jornadas-cazador (un cazador en un día de caza), se destinaría actualmente a la comercialización en el mercado provincial, regional y nacional a través de empresas intermediarias. La base de esta comercialización son los puestos de caza en montería (el rececho es muy minoritario), a lo que habría que añadir la venta de carne.

Ambos mercados, montería y carne de caza mayor, que venían disfrutando de un continuo proceso de expansión, han entrado en una profunda crisis, motivada por deficiencias y falta de planificación en la producción y en la comercialización, con la pérdida de una demanda, hasta la actualidad, segura.

  A pesar de que este valor económico es relevante, el Parque solamente recibe el beneficio de la mano de obra contratada (mantenimiento de cotos y poblaciones, organización de cacerías, …) ya que la mayoría de los productores y comercializadores proceden de fuera del ámbito. Por otra parte, el Parque no dispone de capacidad suficiente, para absorber los ingresos indirectos (hostelería, procesado de carnes, venta de equipo, taxidermia, etc…) que podría generar la actividad cinegética.

La afluencia recibida en el Parque, cada temporada está en torno a los 4.000 cazadores, más un acompañante de media por cazador; procedentes de ámbitos urbanos; Córdoba (55 %), resto de Andalucía (23 %) y Madrid (11 %). Los cazadores procedentes de fuera de Córdoba realizarían cerca de 4.600 pernoctaciones.

Cada vez, se van generando más ingresos, por otros servicios (restauración, visitas y actividades complementarias, …) ya que se va creando nueva oferta, pero el cazador medio, que llega al Parque, presenta un gasto bajo en servicios complementarios, alejándose mucho del perfil del turista cinegético.

La carne producida es totalmente vendida en fresco a intermediarios foráneos.

En conclusión, la caza tiene una especial relevancia dentro del Parque de Hornachuelos, ya que forma parte de muchas explotaciones agrarias; esta transcendencia, hace imprescindible un aprovechamiento ordenado de los recursos, que evite la depreciación de patrimonio cinegético y natural del Parque y, a la vez, mejore en la producción, incrementando la calidad de la oferta, y la comercialización de productos y servicios, única forma de consolidar la posición en el mercado e incrementar el volumen de ingresos que genera en la actualidad.

Respecto a la ganadería Hornachuelos refleja un gran declive, generalizado en todas las especies ganaderas, esto indica la existencia de causas estructurales explicativas, entre las que puede destacarse, el cambio hacia un aprovechamiento netamente cinegético.

Los efectos de la crisis, se dejaron sentir de diferente forma, en base a tres factores fundamentales: el sistema de producción, las características de la zona y la disminución de las explotaciones. La respuesta fue reducir gastos de mano de obra y el abandono paulatino de la ganadería, con la consiguiente extensión de los aprovechamientos cinegéticos.

El paisaje serrano, dominado por la gran extensión de la dehesa y el matorral, tiene su contrapunto en la presencia de pequeños espacios agrícolas que aparecen, formando manchas discontinuas. Dentro del área delimitada como Parque, su presencia es casi insignificante, al tratarse de un sector de la Sierra para la agricultura.

Las tierras de cultivo son, en su práctica totalidad, tierras de labor extensiva con arbolado, incorporadas a las explotaciones y localizadas principalmente en una franja central de orientación Este-Oeste.

La labor extensiva sin arbolado es prácticamente insignificante: unas 200 Has. sembradas con cebada y trigo en barbecho largo y muchas veces aprovechadas también a diente por el ganadero.

El resto de las tierras labradas, corresponde al olivar, con 1.546 Has., dispersas en pequeñas manchas localizadas, principalmente, en torno a Hornachuelos y en el extremo oriental del parque, al norte del embalse de la Breña.

Como en el resto de Sierra Morena, se trata de un olivar marginal, en pendientes, no mecanizable, con pies de 100 años o más y bajos rendimientos. Las principales variedades son la «nevadillo blanco», «nevadillo negro» y «lechín», todas ellas para almazara. Tiene un carácter de renta complementaria para sus propietarios.

El carácter marcadamente forestal del ámbito y el poco peso de los núcleos urbanos dentro de él hacen del medio natural la base más importante, y prácticamente exclusiva, de los recursos turísticos potenciales del parque.

Las excepcionales condiciones del paisaje, de la flora y, la fauna del Parque son suficientes argumentos para elaborar una atractiva oferta destinada a la demanda del turismo «verde», vinculado a la naturaleza, para acoger todo tipo de actividades que requieran un entorno de elevada calidad ambiental, o simplemente, como área para estancias de descanso.

  Estos recursos se están poniendo cada vez más en valor, como refleja la  actividad turística organizada, creándose condiciones para visitar el Parque, la existencia de una oferta turística y la creación de infraestructura, en los puntos con cierta afluencia.

El Parque es, casi en su totalidad, de titularidad privada, pero se van creando itinerarios acondicionados, para acceder a los puntos más interesantes.

La oferta de servicios turísticos va creciendo, mientras que la complementaria es escasa y de muy reciente creación, destacando la falta de una oferta específica adaptada a la demanda de un área marcadamente rural, como campings, albergues, casas de alquiler o labranza, entre otras. La afluencia actual al Parque aparece, exclusivamente, en los puntos con mayor atractivo para la utilización recreativa, los embalses, fundamentalmente: la Breña y el Retortillo y algunas riberas fluviales.

En definitiva, el Parque Natural de la Sierra de Hornachuelos, aunque cuenta con claras aptitudes para atraer visitas y usos turísticos vinculados por su elevada calidad ambiental y se encuentra próximo a áreas de demanda potencial (Córdoba y Sevilla), tiene mucho camino por andar, pero, cada vez más se va apostando, por generar estos flujos de forma regular y organizada.

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