Necrópolis Visigoda

El Ochavillo se conforma como una necrópolis de inhumación donde las tumbas se disponen en hilera, orientadas este/oeste -la cabeza en el oeste-. Ofrece como estructura tipo más generalizada, la fosa simple excavada en el terreno con planta de bañera, aunque también las hay en menor cuantía de planta trapezoidal, rectangular y de codo; menos abundantes son las de tipo cista con revestimiento interior de lajas. La posesión o no de cubierta de lajas de piedra es independiente del tipo de sepultura, y no podemos obviar que su ausencia en algunos casos podría deberse a las remociones de tierra provocadas por las labores agrícolas desarrolladas en nuestra parcela. Carece de señalizaciones, símbolos o inscripciones personalizadas.
 
Otra tumba casi completa, salvo la lajas de la tapa
 
El ritual funerario dominante corresponde a la deposición individual con el cadáver extendido sobre su dorso, el rostro mirando al este y los brazos colocados a lo largo de los flancos o sobre el pecho; en general, se suponía la colocación del cadáver en la sepultura sin ninguna protección o envuelto en un simple sudario. En varios casos se evidenció la reutilización de la sepultura, procediéndose a barrer los restos de la inhumación previa para hacer sitio al nuevo cadáver.
 
Las banderolas de la urbanización.
 
Se documentan inhumaciones individuales junto a enterramientos múltiples, dispuestos en la fosa sin protección alguna y seguramente envuelto en un sudario, en posición extendida en decúbito supino con los brazos sobre la pelvis o a lo largo del cuerpo. En las inhumaciones dobles prevalece la superposición de los cadáveres a cualquier otra posición. Algunas de ellas presentan ajuar funerario situado a la altura de la pelvis o a los pies y ocasionalmente entre el hombro y la cabeza, y por objetos de adorno personal que se encuentran en posición, tales como aretes simples, sortijas o anillos, y hebillas de cinturón. Además, dentro del apartado designado como material mueble se recuperaron cinco piezas metálicas, fabricadas en hierro y de funcionalidad desconocida, y lo que parece ser la hoja de un cuchillo también en hierro.
 
Otra tumba
 
Su situación, al igual que una parte de las necrópolis andaluzas de la época, está ligada a un curso de agua y próxima a una vía de comunicación importante. A nuestro juicio, el origen de la necrópolis de El Ochavillo habría que relacionarlo con un asentamiento en las proximidades de comunidades agrícolas y ganaderas que, crearían y mantendrían -a lo largo de varias generaciones- esta área funeraria para su propio uso. La igualdad constatada en las estructuras y en los ajuares exhumados del espacio que intervenimos arqueológicamente, refuerza la argumentación anteriormente mencionada de que se trata de una comunidad sin grandes diferencias sociales o de status.
 
Algunas pequeñas, infantiles.
 
El estudio de la excavación realizada en la necrópolis de El Ochavillo, su registro material y ritual, nos lleva a pensar en un uso continuado en la tardo antigüedad que correspondería a una intensa ocupación por distintas generaciones durante el periodo visigodo. Esto se constata a través de los ajuares documentados tanto cerámicos como objetos de adorno personal que nos ubicaría cronoestratigraficamente un momento álgido de uso entre los siglos VI y VII. 
 
Esta está tallada en la roca
 
El estudio preliminar del yacimiento de El Ochavillo y su relación con otros asentamientos existentes nos lleva a concluir que responde a las particularidades y rasgos propios de su contexto histórico y a las características intrínsecas del hábitat cultural del Valle del Guadalquivir, configurándose como una de las más importantes.»
 
Otra vista de la necrópolis.
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