Las Cuevas de las Carretas se sitúan en la entrada sureste que da acceso al Casco Antiguo de Hornachuelos. Adquieren este nombre por haber sido lugar de descanso para carretas y ganado. En ella pasaban la noche los carreteros y aquellos viajeros que no podían permitirse el pagar alojamiento. Se tienen noticias de la existencia de una venta donde poder comer y reponer fuerzas junto a la fuente y el abrevadero para las bestias.
Estas cuevas se hallaron como consecuencia de las labores de limpieza y adecuación que el Ayuntamiento está realizando en el Paraje de Caño de Hierro. El objetivo es crear un Parque Periurbano y una zona transitable que enlace con el principal acceso al Casco Antiguo por la denominada Puerta de la Villa. La situación de estas cavidades en la pared del barranco, bajo las Casas Colgantes y la línea de muralla de la antigua Madinat Furnuyûlus (Hornachuelos) hacen de este paraje un lugar de singular belleza con gran valor paisajístico y cultural. Se trata de un conjunto de veinte cavidades excavadas ex profeso por el hombre. El material arqueológico recuperado hasta el momento nos da una fecha ante quem de ocupación entorno al s. XIII-XIV. Hoy día se encuentran en proceso de estudio e interpretación.
Mirador de la Cueva de las Carretas o Caño de Hierro.
Caño de Hierro es una formación rocosa sobre la cual se asienta el núcleo urbano de Hornachuelos. Antiguamente se utilizaba como refugio y como almacén de excedente agrícola y estuvo sepultada y en ruina durante décadas.
El Ayuntamiento melojo «tiene entre sus objetivos la recuperación del patrimonio del municipio en todos sus ámbitos» y este fue un ambicioso proyecto que, a pesar de su complejidad, ha logrado ver la luz.
Fue una obra desarrollada por una empresa local, de esta forma la mayoría de los obreros y operarios fueron vecinos de la localidad o de municipios cercanos, reduciendo los costes económicos y ambientales y revirtiendo de manera positiva en la economía local. Este proyecto pudo llevarse a cabo gracias al dinero obtenido de la regularización de las tasas de Enresa y rondó los 250.000 euros.
Con el objetivo de poner en valor todo el paraje, se convocó un concurso para elegir la mejor propuesta que se adecuará a su singular belleza. Para ello, el Consistorio contó con la plataforma reTHINKING, la cual ya había convocado el concurso de ideas para la reactivación del casco antiguo.
Finalmente, se decidió galardonar con el primer y único premio a la iniciativa que llevaba el título Cortar, Rasgar y Observar, y el Ayuntamiento trabajó en la puesta en valor de Caño de Hierro conforme a este proyecto de obras y la documentación técnica redactado por Oriol Ferrer, Ventura Godoy, Maria Megías y Marc Sánchez.
Las claves de la intervención
La intervención, que se desarrolló desde junio de 2018 y hasta marzo de 2019, consistió en un paseo peatonal que parte de la carretera de acceso al núcleo de población y que culmina en la mayor de las cuevas, la Cueva de las Carretas. Se trazaron seis muros de contención, seis cortes en el terreno, de los cuales resultó el paseo peatonal.
Con el objetivo de que el itinerario fuera accesible y cómodo para todos los visitantes se proyectó un trazado con una pendiente muy reducida. Se propusieron dos rellanos intermedios a lo largo del recorrido para facilitar el descanso de los visitantes. Son espacios que ofrecen un lugar para descansar, observar el paisaje y se convierten en puntos de encuentro entre vecinos.
Para preservar al máximo las cualidades estéticas del lugar, tal y como explican los propios redactores del proyecto, «se pone especial atención en el color y la textura de los muros de contención, de grandes dimensiones debido a lo escarpado del terreno». Se utilizó un encofrado natural de cañizo que reproduce la irregularidad de los huecos y protuberancias de las cuevas ya que el color armoniza con el de las rocas del lugar. «El tiempo se encargará de aumentar la sincronía cromática del conjunto; estos muros pasan a formar parte de este gran zócalo que es el Caño de Hierro para Hornachuelos», explicaba el proyecto.
El resultado es un mirador desde el que observar la vertiente opuesta del caño y, a lo lejos, los campos de naranjos que se extienden hasta el horizonte en un enclave que de por sí mismo te retrotrae a otra época y a otro lugar.