Guadalora

FICHA TÉCNICA

Trayecto:

lineal

Longitud:

7 km

Dificultad:

media

Tiempo estimado:

3 horas

¿Necesita autorización?

SI

Observaciones:

Desde la Fuente del Conejo al Molino de la Paloma, hay un descenso de 800m con pendiente media del 10%

Como la mayoría de los senderos descritos aquí, se inicia en el centro de Visitantes Huerta del Rey, siguiendo el tramo común con el sendero de la rabilarga, hasta la bifurcación que lleva a la señal de inicio del sendero de las Herrerías, camino que hay que seguir hasta la Fuente del Valle, de aquí hasta la finca «Santa Cruz», donde encontramos la señal de inicio de este sendero. Se atraviesa la dehesa de alcornocal de la finca Santa Cruz. Al salir de la dehesa, junto a unos eucaliptos, se verá la casilla de Santa Cruz y a la izquierda la antigua zahurda. Se continúa el camino y se deja a la izquierda del carril la casa de Carmelo, y se continua por el carril de Torralba, en dirección noroeste hasta llegar a una bifurcación. En este punto, se sigue el camino de la izquierda, que deja a lo largo del mismo, el olivar de Los Arcos. Una balsa de agua para riego, rodeada por zarzas y por varias encinas, se sobrepasa para tomar el sendero, que tras unos cientos de metros, lleva a la Fuente del Conejo. Discurre ahora el camino entre frutales y olivos de regadío, que forman una isla dentro del bosque mediterráneo, que le circunda. Una cancela abre la vereda hacia el arroyo Guadalora, enfrente está el cerro del Peco y las ruinas del cortijo de Torralba y a la derecha, el cortijo del Molinillo. Se inicia el descenso, en terrenos de la finca Cabalgaderos, hasta llegar al arroyo Guadalora, que constituye el límite entre la finca citada y la de Los Canónigos, a la derecha. Se circula paralelo al arroyo y a las canalizaciones utilizadas para conducir el agua al molino de la Paloma. Esta instalación, se utilizaba antiguamente, para moler el trigo; al mismo, acudía mucha gente, para moler el trigo a «máquina» (dejaban parte del trigo a cambio de la molienda).

La presencia, en casi todo el recorrido, de abundancia de alcornoques, pone de manifiesto que se está en terrenos arcillosos, ácidos, por erosión de las pizarras (esquistos). Las dos laderas del arroyo constituidas por esquistos, que alternan, con niveles más arenosos y una morfología del valle fluvial, de una acentuada uve, coronadas por plataformas calizas y conglomerados a ambos lados, que constituyen las mesas, sobre las que se encuentran las fincas citadas antes, son consecuencia de su historia geológica.

En esta parte del recorrido, aunque es casi llana, existe una cierta dificultad al circular, porque hay que atravesar partes pedregosas, los cantos rodados del arroyo en varios puntos.

Ahora es el momento de realizar una parada, para intentar observar al buitre negro, el águila real, la perdicera, el halcón peregrino y los cernícalos que vuelan esta zona con frecuencia.

A partir de aquí, se entra en una de las zonas de mayor interés botánico del parque. Alisos, olmos, sauces y fresnos forman un precioso bosque de galería que circunda al arroyo Guadalora; en la ladera, madroños, brezos y rascaviejas entre otros, flanquean el bosque de galería, a lo largo de este tramo. Es interesante, observar en estos parajes, almeces de porte majestuoso, centenarios. Una parada permitirá reponer fuerzas e intentar ver alguna nutria.

Siguiendo la ruta y en la margen derecha se observa un acebuchar, es el «Risco de los Pájaros». El arroyo circula, todavía encajonado, con vertientes de muy elevada pendiente, que favorece una erosión que controla y evita parcialmente la abundante vegetación de matorral y arbórea.

A escasos metros del final del recorrido hay una antigua cantera de rocas calizas, abandonada, que se utilizó para extraer piedra, para la construcción de la carretera, que conduce al embalse del Bembézar. Se llega a la Pasada de Algeciras, otra zona de acampada libre que requiere autorización previa.

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